Para poder elegir la bomba más adecuada, habrá que determinar sus características en función del uso que se vaya a hacer de ella.
En primer lugar, habrá que preguntarse cuál es el tipo de fluido que debe bombearse con el objetivo de evitar fenómenos de corrosión y, por lo tanto, el desgaste prematuro de la bomba. Así pues, es esencial conocer la composición química del fluido, su viscosidad y la posible presencia de componentes sólidos. Un conocimiento profundo de todas las propiedades físicas del fluido tratado permitirá elegir la tecnología ideal para cada aplicación y los materiales de construcción compatibles con dicho fluido. Existen tablas de compatibilidad química en las que apoyarse antes de elegir la carcasa de la bomba.
A continuación, se deberá atender a las características relacionadas con el transporte del fluido, en particular:
El caudal deseado: se expresa en general en m3/h —metros cúbicos por hora—, l/s —litros por segundo— o GPM —galones por minuto—. Por consiguiente, el caudal influye en el tamaño y las dimensiones de la bomba.
La altura de aspiración —altura entre la entrada del tubo de aspiración y la bomba—: por lo general, la altura de aspiración no debe exceder los 10 metros. De no ser así, será necesario considerar el uso de una bomba sumergible.
La altura de descarga: altura entre la bomba y la salida de la tubería de descarga.
La longitud del circuito de descarga.
Las pérdidas de carga debidas a obstáculos en el circuito de bombeo —válvulas, codos, etc.—.
La presencia o no de un depósito de descarga que pueda modificar la presión.
La temperatura de la que dependerá la elección de la carcasa de la bomba.
Estos parámetros se utilizan para calcular la NPSHA (Net Positive Suction Head Available, o Altura de Aspiración Neta Positiva disponible) de la instalación. Todo ello contribuye en la elección de la bomba adecuada para evitar cualquier riesgo de cavitación. También será necesario supervisar el rendimiento, que debe ser óptimo a más o menos el 30 % del caudal nominal deseado.
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